Concurso literario IES Rayuela. 2º Premio Primer ciclo ESO.

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Al abrir la puerta, de vidrios de colores, quiso retroceder; comprobó que se
había perdido. Ya era tarde.


Empecemos por el principio. Había una muchacha en la aldea Floracia,
que una mañana, al despertarse, se sintió un poco extraña, dolorida; no sabía
qué le pasaba, fue a mirarse al espejo y parecía mucho mayor, como de unos
setenta años. Rápidamente fue a ver al curandero de su aldea. Se quedó
sorprendido, ya que nunca había visto nada parecido y nos sabía qué hacer. Le
dijo a la muchacha (que ya no era tan muchacha), que él creía que le habían
hecho un conjuro del libro más antiguo que existía y solo los mayores magos
podían recitarlo, al contrario, para deshacerlo. Pero, para ello, necesitaban al
más joven que existía en esas tierras, Magseh, que había estado desaparecido
por miles de años, nadie sabía nada de él.


A la mañana siguiente, Sasha (la supuesta muchacha), se despertó
mucho más dolorida, no quería ni mirarse, porque ella ya se imaginaba lo que
había pasado. Se miró y tenía el aspecto de una persona de ochenta años; fue
otra vez a ver a Garmel (el curandero) y él ya no sabía qué podía hacer, así
que contactó con todos los magos de Floracia y aldeas por todo el planeta.
Solo pudieron ir cuatro magos, uno de cada aldea: Vignel de la aldea Mané,
Yacgon de la aldea Pisela, Luse (la única maga que existía) de la aldea Zamil y
Rasil, de la misma aldea Floracia.


Todos se quedaron impactados con el aspecto de Sasha, nadie podía
creer que un mago pudiera haber realizado ese conjuro. Luse dijo algo muy
importante que nadie sabía.


–El conjuro sólo podrá romperse la noche en la que la luna se ponga
roja, pero, cuando el primer rayo de luz salga, el conjuro se volverá eterno.
Yacgon pensó que, si un mago no quería ser encontrado, se quedaría en el
lugar más predecible posible. Parecía una buena idea, pero a Vignel le sonaba
sospechoso.


Fueron a la cueva de Magseh; no parecía haber nada, hasta que Rasil
vio a Sasha pintada en una de las paredes de la cueva, con la frase: «Lo más
obvio es lo menos predecible». Eso le recordó lo que dijo Yacgon y ya se
imaginaba lo que había pasado.


Luse, Vignel e incluso Garmel se dieron cuenta de que Yacgon era
Magseh, y que no quería romper el conjuro.

Esa misma noche era la luna roja. Llevaron a Sasha a la primera casa
abandonada que encontraron y le dijeron lo que había pasado. Magseh pensó
que, si ayudaba a Sasha, podría convertirse en uno de los mayores magos, ya
no sabía qué hacer.


Al abrir la puerta de vidrios de colores, quiso retroceder y ayudarla, se
dio cuenta de que ya todo estaba perdido. Ya había salido el sol y Sasha se
había quedado con unos de los mayores conjuros eternamente.

AITANA GARCÍA NUÑO, 1º A

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